En esta hondonada hubo no hace mucho tiempo un vivero que surtía de plantas a los parques y jardines de nuestra ciudad. Por razones que desconozco, se fue abandonando y hoy representa este aspecto, que más parece una selva que otra cosa. Puedo entender que su sentido práctico ya no sea necesario, pero eso no es óbice para su abandono y dejadez total. Estas laderas de las murallas son un entorno muy agradable para pasear y olvidarse del bullicio urbano. No creo que supusiera un gran desembolso económico su adecentamiento y nuestra muralla ganaría en protagonismo en una zona de buen estado de conservación. Para los despistados, nos encontramos entre la puerta de Mérida y la del Alpéndiz.
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Fin de la historia
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