Esta antigua pastelería ubicada en la calle Francisco Pizarro, representa toda una institución para los que se acercan a sus vitrinas y mostradores repletas de dulces desde 1890.
Juan Martínez Gómez entró en la pastelería como aprendiz con tan solo 13 años, adquiriendo experiencia hasta convertirse en maestro del obrador. Fue en 1985 cuando cogió las riendas del negocio y, gracias a la ayuda de sus cuatro hijos, consiguió mantener las recetas tradicionales de los anteriores dueños.
Tocinillos, bergaras, jesuitas, roscas, palmeras,.. todos estos dulces los seguimos haciendo tal y como se despachaban antiguamente, pero los bollitos de leche siguen siendo el dulce estrella de los que despachan miles diariamente. Igual de solicitados son las las torrijas, los huesitos en los Santos y los mantecados de Santa de Teresa.
Todavía cuando entro en este establecimiento parece que el tiempo se ha detenido desde mi niñez. En su interior sigue habiendo muebles y decoración casi decimonónicos y su mostrador es el de siempre, lleno de azúcar pulverizada y restos de papel y recortes de las cuerdas blancas de hacer los paquetes. Grandes reposteros han pasado por esta pastelería y horneado sus magníficos productos, referente obligado de los locales con encanto de nuestra ciudad.
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