
Los paseos fluviales de la orilla izquierda cuando se inauguraron en la década de los 90 fueron duramente criticados por el exceso de cemento y escasa vegetación. Hoy tenemos grandes problemas para distinguir los paseos de entre tanta vegetación. Ni lo uno ni lo otro, porque en las riberas del Guardiana debía de primar las vistas de la ciudad y su casco antiguo y no una masa verde totalmente incontrolada. Continuamos con la misma canción de siempre, la vegetación tapa a los monumentos.