Hace dos generaciones cuando en este puente había pintada una raya blanca en el suelo que establecía la frontera entre España y Portugal y se cerraban las fronteras a las doce de la noche con sendas cadenas a ambos lados del viejo puente, los pacenses acudíamos todos los sábados al vecino país a comprar al destartalado bazar Arcoiris los juegos de sábanas y las porcelanas de Macao. Los mochileros hicieron del contrabando de café y tabaco una leyenda y nuestros vecinos lusitanos venían a por las muñecas y juguetes de Las Tres Campanas y el bacalado de La Perla. Era una relación comercial basada en las carencias. Hoy ya no está pintada la famosa raya y circulamos libremente. Por suerte los trasiegos entre los dos paises son de carárter lúdico. Pero a pesar de ello sigue habiendo ciertas reticencias, sobre todo de nosotros hacia ellos, que impiden una fluidez natural en nuestras relaciones entre dos paises que su destino es, por muchas razones, entenderse fraternalmente.
Me encanta Portugal!!!! abajo las fronteras! Propondría Portugués obligatorio en los colegios de Badajoz, Olivenza...crezcamos y olvidemos los prejuicios...
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