sábado, 8 de abril de 2023

A los Gitanos de Badajoz


 El Día Internacional del Pueblo Gitano se conmemora el 8 de abril. Esta fecha recuerda el Primer Congreso Mundial romaní/gitano celebrado en Londres el 8 de abril de 1971 en el que se instituyó la bandera y el himno gitano. La bandera es verde y azul, simbolizando el cielo y el campo, con una rueda de carro roja en el centro, que simboliza el camino desde la India y la libertad.

Desde sus orígenes en el noroeste de la India, ni la fecha exacta ni los motivos del inicio del viaje del pueblo gitano se conocen con exactitud.

Fueron los lingüistas alemanes los primeros en encontrar una raíz común de su idioma con el sánscrito y a situar su lengua dentro de las neo-indias, lo que llevó a establecer definitivamente el origen del pueblo Romaní en la zona noroeste de la India.

Entre los siglos XI y XIII las invasiones de los ejércitos turco y mongol aceleraron la diáspora romaní, obligando a las tribus de gitanos asentados a tomar diferentes caminos: el grupo de los Ben viajaría a través de Siria hacia próximo oriente y por el Mediterráneo hasta el valle del Nilo; el grupo de los Phen a través de Armenia hasta Bizancio.

Finales del siglo XIV es el momento en el que la mayor parte de la emigración romaní llega a Europa, concretamente a las tierras de Valaquia y Moldavia, donde los gitanos se convierten en bienes que pueden venderse, cambiarse o regalarse. Un sometimiento que les obligaba a trabajar en las tierras de los señores como campesinos y herreros, como siervos de los monasterios e incluso como guerreros forzosos.

Los primeros datos históricos que se tienen de la llegada de los gitanos a la Península Ibérica datan del siglo XV.
 En Badajoz parece que en el S. XVIII ya se hablaba de su existencia y hasta nuestros días. Nuestra ciudad lleva siglos de convivencia con el pueblo gitano, a pesar de los recelos y prejuicios históricos a este pueblo, hoy compartido con los rumanos. Siempre se les asoció con la ilegalidad y la delincuencia y su nombre se sigue utilizando peyorativamente.
  Hoy parece que la actitud de las nuevas generaciones no es tan intolerante y excluyente con el pueblo gitano, pero sigue habiendo racismo.

  Yo de momento me quedo con el recuerdo positivo de mi vivencia con este pueblo al que conocí desde mi infancia. Nací en la carretera de Sevilla y la Picuriña la teníamos muy cerca. Allí vivían cientos de gitanos en chabolas en condiciones precarias hasta que un fuego en 1972 arrasó al poblado. Recuerdo los campamentos en las orillas del Rivillas los meses de verano y sus fuegos con sus bulerías y fandangos. Me llamaba mucho la atención los corrillos de los chalanes vendiendo los caballos y las mulas con un lenguaje ininteligible. Algunos hacían cestos con los mimbres y cañas del Guadiana y de los arroyos Rivillas y Calamón. Pero si algo me ensimismaba era a los esquiladores haciendo su trabajo frente a la gasolinera de los Ayala debajo del puente de San Roque. Algunos dibujos geométricos en los costados de las mulas eran más propios del mejor de los delineantes. Y no olvidemos a los "limpias" que eran un servicio ofrecido en las mejores cafeterías de San Juan. Musiquina, el padre del Peregrino, Diego del Casino y por supuesto Manolo Suarez-Silva del Avenida que me unía una excelente relación.
 El otro gran núcleo de población de gitanos estaba en los alrededores de la Plaza Alta, El Monturio (El Campillo), Encarnación, Morales, San Lorenzo, Jarilla, Costanilla, Castillo, Concepción,  eran sus calles preferidas.
  Y no podía faltar el flamenco,  directamente unido a este pueblo. En los años 80 se habló de una escuela de flamenco propia de nuestra ciudad llamada "Plaza Alta". Grandes artistas de renombre nacional salieron de esas calles impregnadas de talento para el cante, el toque y el baile. Fueron muchos pero sobresalieron Porrinas, El Peregrino y La Caíta.
 Sus bautizos, bodas y tornabodas fueron épicas y  aún hoy se ven alguna que otra. Y mantienen ciertas costumbres como el luto, de riguroso cumplimiento en hombres y mujeres. Ellas con sus ropajes negros y los hombres sin afeitar y sin fiestas ni radio ni televisión hasta que se decida el final del luto.
 Hoy la población gitana en nuestra ciudad está muy dispersa en barrios de la periferia, Colorines, Gurugú, Cañada, Moreras, Cerro de Reyes o Suerte de Saavedra. Por desgracia sus oficios legendarios han desaparecido y sus actividades económicas han derivado en la venta en mercadillos y otras actividades de dudosa legalidad. No obstante su lucha por la integración continúa y muchos de ellos están totalmente adaptados a las normas que rigen la convivencia en nuestro país.





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