Nuestro patrimonio industrial arquitectónico es más bien escaso en nuestra ciudad por lo que deberíamos cuidar el poco que tenemos, pero no es el caso. El molino harinero de agua de los Moscoso ya en el siglo XVII aparece en los mapas de la ciudad aunque parece ser que su existencia, no documentada, es del siglo XVI. Hasta principios del siglo XX estuvo activo hasta que la vecina fábrica de la luz empezó a suministrar electricidad a la ciudad y los hornos de pan lo abandonan cesando su actividad. Fue almacén varios años hasta su cierre definitivo. La CHG lo incluyó para su recuperación en las obras de acondicionamiento de 2011 pero nunca se realizaron. Las posibilidades para su puesta en valor, por su situación privilegiada, son innumerables pero sigue su deterioro progresivo sin que nadie haga nada.
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