Cuando hice esta foto pensé que podía ser un testimonio de un tiempo pasado y ya lo es. A finales de los años sesenta del siglo pasado se instalan las primeras cabinas telefónicas en nuestra ciudad. Para los que por diferentes motivos tenían que desplazarse a otros lugares, las cabinas eran el nexo de unión con los seres queridos, familiares, amigos, por negocios, etc. Era un elementó querido y odiado a la vez; algunas veces te daba la satisfacción de hablar con quien deseabas, pero otras se tragaba los duros sin misericordia y ni abrías la boca. En fin, un icono de nuestra generación que desde la llegada de los móviles entro en decadencia. Incluso el Estado obligó a mantenerlo como un servicio universal obligatorio para los más desfavorecidos. Este año desaparecerán las pocas que quedaban.
Atrás quedan los años gloriosos de su protagonismo culminada con la imagen del armazón en el que se encerró José Luis López Vázquez para representar el mediometraje de terror psicológico 'La cabina', en los años setenta.
 
 
 
 
 
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