Don José Manuel López Caballero escribió no hace mucho el libro " EX-100: El viaje de Cáceres a Badajoz", donde relata una serie de historias y anécdotas que le ocurrieron en sus más de 1000 trayectos entre las dos ciudades extremeñas.
Pues bien, creo que tendrá que sacar una nueva edición con nuevos capítulos y anécdotas en torno a su querida EX-100. Aunque el propio autor nunca pretendió entrar en valoraciones sobre la idoneidad o no de hacer esta carretera autovía, esta pretensión daría para más de un libro por las declaraciones y promesas de los políticos de turno sobre este tema.
Recientemente recorrí el tramo de autovía autonómica entre Plasencia y Moraleja EX-A1 de más de 60 kilómetros. Cuando llego al final de la autovía, sin tráfico alguno, no hay continuidad con ninguna carretera directa hacia Portugal y los últimos 30 kms. hasta Monfortinho son una odisea. Es decir, una autovía sin apenas tráfico y sin una continuidad hacia Portugal con una vía principal, en una zona muy despoblada y sin un atractivo turístico ni comercial. O lo que es lo mismo, 60 kms. de autovía hacia la nada.
Entonces, me viene a la cabeza la ansiada autovía que no existe en el siglo XXI entre Cáceres y Badajoz. No es de recibo. Recapitulemos.
Antes que nada, hay que decir que fue en 1997 cuando se abordó el cambio de la nomenclatura de las carreteras de Extremadura. Le dieron una clave EX-1XX a las básicas o principales, EX-2XX a las intercomarcales y EX-3XX a las locales". La Junta había asumido todas las carreteras comarcales y locales como propias y además añadió más tarde la única carretera nacional de recorrido íntegro en la Comunidad, la N-523 Cáceres Badajoz. A ésta le otorga el primer número de todas las carreteras de la Autonomía EX-100. Es decir, la primera y principal de todas las carreteras de la región.
En 2006 la Junta pone la primera piedra de la futura autovía que uniría Cáceres y Badajoz, desdoblando en Badajoz la N-523 desde Cuatro Caminos hasta Gévora. Ya solo quedaban poco más de 80 kms. para cumplir el sueño.
Fue en 2008 cuando se decide el recorrido y en 2009 se publicó la Declaración de Impacto Ambiental y se le pone nombre a la nueva vía, EX-A4.
Pero faltaba la financiación. A finales del 2009 el entonces ministro de Fomento, vino a Extremadura y se reunió con el presidente de la Junta, y sellaron un compromiso: la Junta pagaría los estudios informativos, la declaración de impacto ambiental, los proyectos de construcción y expropiaciones y el ministerio abonaría los más de 300 millones de euros en los que se cuantificaba la obra. Y una vez concluida la autovía, pasaría a formar parte de la Red de Carreteras del Estado.
La crisis económica del 2008 enterró el acuerdo durante 10 años.
En 2019 la Junta cambia de planes y llega a un acuerdo con el Gobierno Central para traspasarle la titularidad de la Ex-100 al Estado volviendo a ser la N-523. Este traspaso supone, entre otras cosas, que la futura autovía ya no se llamará EX-A4, sino la A-58, prolongándose así en la autovía que ya une Trujillo y Cáceres.
Las actuaciones ahora comenzarían desde Cáceres. El trazado completo son algo más de 87 kilómetros y conecta la A-66 a la altura de Cáceres con la A-5 en Gévora. El primer tramo sobre el que se actuará será el subtramo que enlaza la A-66 con la Ex-100 hasta el Río Ayuela, de unos 13 kilómetros. Pero a pesar de estar aprobado no se inician las obras. De nuevo las promesas no se cumplen.
Hasta cuando. Me temo que a José Manuel López Caballero le quedan años todavía haciendo el viaje Cáceres Badajoz por la tortuosa N-523 (EX-100).
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