No solo en la literatura, a veces en la vida real también ocurre. La historia comienza en 1997 en un edificio de viviendas en la calle Rivilla esquina Avenida de Pardaleras, cuando algunos vecinos detectan ciertas grietas en sus viviendas. Éstas van a más y alarman a los propietarios que recurren a los técnicos para valorar la situación. La mayoría de los vecinos abandonan el edificio y en 2012 el ayuntamiento lo declara en ruinas.
Ante esta situación los vecinos que quedaban en su interior abandonan el edificio y deciden apuntalarlo para evitar el derrumbe. Los vecinos organizados para defender sus intereses, contratan los servicios de una empresa para que valore el estado del edificio y determine las posibles causas de su patología. La empresa concluye su informe achacando los problemas del edificio a una perdida de agua en las tuberías de suministro de Aqualia. La compañía elude responsabilidades y finalmente los vecinos acuden a los tribunales. Después de varios años en los juzgados, la Audiencia Provincial condena definitivamente a Aqualia a una indemnización por daños a los propietarios del edificio.
Actualizado.
En el último año se procedió al derribo del edificio, con la mala fortuna de que hubo que lamentar el fallecimiento de un trabajador. Esto propició nuevos retrasos, pero a finales del año pasado comenzaron las obras para construir las nuevas viviendas de los propietarios afectados.
Esta claro, que el tesón y la confianza en sus argumentos, la organización y la labor de técnicos y asesores legales han propiciado tan exitoso desenlace. Enhorabuena a los propietarios para que antes de que acabe el año vuelvan a sus viviendas.
Este bloque ya tuvo problemas de cimentacion a los pocos meses de su innauguracion, principios de 1960.
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