"Agotados de sostener batallas absurdas". La frase extraída de su nota de prensa es demoledora y deja a las claras el sentir de un colectivo que ha peleado con todas sus fuerzas por lo que creían.
«Las plataformas únicas, las cámaras de vigilancia, las comisarías, el Consorcio, equipamientos y dotaciones del barrio, zonas infantiles, el centro de salud, un centro cívico, los espacios verdes, las fuentes, el cine de verano, la Navidad en el parque, las bibliotecas de calle, chocolatadas solidarias, pasacalles de Halloween. Nuestros objetivos son esos y por ellos hemos trabajado con mayor o menor acierto, dejando una menor o mayor impronta».
Han querido "ser parte actora de la recuperación de nuestras calles recogiendo el sentir vecinal, sus necesidades, proyectando sus voces, sus ideas y propuestas, a las que hemos dado forma, hemos estudiado marcos legales, hemos sido críticos, sí, pero también propositivos, proactivos, útiles".
Tras seis años de batallas y peleas absurdas han decidido abandonar una lucha desigual con políticos y entidades que lo único que pretendían era alimentar sus egos. Día triste para nuestro Casco Antiguo que deja un vacío difícil de cubrir. Algo que yo he sentido muchas veces en mi peregrinar por denunciar, divulgar e informar de nuestra ciudad después de trece años.